Por lo que se ve, es verdad eso que dicen de que el tiempo cambia las cosas. Al igual que tu vida puede cambiar totalmente en un instante, cómo cuando te enamoras o cuando tienes un accidente de tráfico, tu vida también puede ir cambiando poquito a poquito, detalle a detalle, sin que apenas te des cuenta, hasta que un día lo que parecía estar al derechas termina del revés. Entonces, cuando observas cómo todo ha ido cambiando sin avisarte y sin pedirte consejo ni opinión alguna, te ves derrotada ante lo que un día era tu vida y gobernabas tú. Es como si tu propio ejército, al que creías tener controlado, te diese la espalda y de repente luchase contra ti mientras tú estás desarmada. Sí, es injusto, pero así es la vida. De repente te ves entre la espada y la pared.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Aunque te cueste tienes que asimilarlo...

Tal vez habría llorado si me hubiese quedado un segundo más sintiendo el frío dolor que enmudeció tu cuerpo. Así que eché la vista atrás y me marché. Al caminar sentía como si tuviese tu mano sobre mi hombro e intentaras gritarme al oído, preguntarme por qué todo había acabado. No sé, pero aquella sensación me estaba matando. No aguantaba más, me costaba respirar. "¿Y ahora qué hago?", me pregunté.

Sabía que ya nada volvería a ser igual: las mañanas con olor a pan tostado, los paseos y sonrisas que se quedaron en tu casa, las tardes contando los aviones que dejaban surcos en el cielo, los besos al atardecer, las noches adormecida entre el calor de tu piel y el frío noviembre que se calaba en tus pies.

Pero es inútil volver a por ti, a por los sueños que quedaron escondidos entre la hierba del parque. Es como soplarle a la sopa fría. Creo que me hubiera sido más fácil ir directa al sol.

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